El que busca encuentra...

martes, 24 de noviembre de 2020

Fogata

Reímos, contamos, cantamos.

Todo ello ya fue

queda tan sólo el recuerdo

de una noche alegre.


Y este fuego 

otrora incandescente

asoma apenas sus débiles brazas

sin dejarse morir.


Vi subir el humo

hacia las estrellas

como si enviáramos señas

a mundos ajenos.


 Arde una vieja fogata

-ya débil y tenue-.

Veo los carbones apenas

en la densa obscuridad.








viernes, 20 de noviembre de 2020

El frío


 Algo de ancestral tiene este frío

en el que mis huesos calan 

y mi voz se dibuja en los aires

cuando hablo, cuando río

para perderse en forma de vapor,

 por doquier.


No me es familiar, no lo domino

me encoge y me alenta

pero despierta un precario 

llamado a la supervivencia.


Sacude cada célula, cada centímetro de piel

y me enseña lecciones sobre mi infinita debilidad

-mi precaria condición de hombre domesticado-.


No puedo huirle, me rodea

me persigue y me encuentra a cada paso;

temprano por la mañana, 

y al caer el ocaso. 


Y sin embargo lo aprecio,

porque a pesar de ser terrible,

nos invita a sentirnos vivos.


Sí, algo de ancestral tiene este frío.



lunes, 2 de noviembre de 2020

Telequinesis



 Estamos sentados alrededor de la mesa redonda; tú en tu lugar de siempre, yo a tu lado derecho, y alguien más haciendo alguna otra cosa cerca de nosotros, en la sala. Noto que has estado callado y miras con intensidad una lata de coca vacía que tienes frente a ti. Ocurre en cuestión de segundos: cierras un poco los ojos como enfocando aún más tu visión, comienzan a saltarte las venas de la frente, y de modo inaudito comienza a vibrar la lata frente a ti. Estoy seguro de ello. Incluso me asomé por debajo de la mesa para confirmar la veracidad del evento, y tus piernas o tu cuerpo no la estaban tocando. 

Al terminar me comentas que es posible la telekinesis, que habías leído sobre ella hacía años y que te habías propuesto practicar con unos leves ejercicios para mover objetos con la mente. Me dices todo esto mientras que yo, adolescente imberbe, miro absorto y perplejo tu mirada profunda, tu barba blanca; mis neófitos ojos te descubren Mago. 

Y te creo, te creo cada palabra que dices y me quedo por siempre con esa imagen tuya concentrado, moviendo una lata de coca vacía: un brujo con poderes psíquicos disfrazado de mi Abuelo.