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lunes, 16 de marzo de 2020

El Álbum Negro

Familia Llorente Luján y amigos.
Mi bisabuela Concepción, segunda de derecha a izquierda, sentada.

Tiene muchos años que yo había descubierto en casa de la abuela Elena viejas fotos, revistas, timbres postales y otros libros cuyo contenido desconocía, pero que tenía la sospecha que contendrían cosas increíbles. Algunos los metí muy al fondo de unos cajones, esperando algún día acordarme y escarbar entre polvo, papeles y olor a años para reencontrarme con los tesoros. Y hace unos meses, durante mi última visita a casa de la abuela, me puse a husmear dentro de muebles a diestra y siniestra, hasta que aparecieron algunas viejas revistas en las que había publicado mi tío Enrique, y un Álbum Negro -lo mayusculeo por la importancia y valor de su contenido- que nunca tuve oportunidad de hojear, y que sin embargo me dejó con la boca abierta y más que extasiado. 

El Álbum Negro, carcomido por el tiempo y en condiciones poco menos que óptimas, contiene entre sus páginas fotografías familiares históricas, ya que un par de ellas fueron incluso tomadas en los últimos años del siglo XIX (1890s). La gran mayoría de las fotos fueron tomadas entre 1910-1930, y cuentan la historia de Ana María Llorente, hermana de mi bisabuela Concepción, y su esposo Lauro Canuto Álvarez. Mucha de la información que yo poseía sobre ellos la había obtenido haciendo genealogía en diversos sitios, pero ahora con estas fotografías he ido ilustrando su historia poco a poco, recorriendo el viejo hogar de mi Tatarabuela en Gómez Palacio, Durango, pasando por la en-ese-entonces- pequeña Ciudad de Chihuahua, y emigrando a Texas, y California en los Estados Unidos. 

Lauro Canuto resultó ser un fotógrafo empedernido y fructífero, viajando con su cámara entre México y los Estados Unidos durante varias décadas, dejando atrás una importante colección fotográfica de bastante calidad. En el Álbum Negro, cuyos contenidos he decidido llamar "Archivo Fotográfico Álvarez-Llorente", se dibuja el México en desarrollo gracias al ferrocarril, he visto bosques ya hoy desaparecidos, la exquisita forma de vestirse de las familias de antaño, la simpleza del modo de vida reflejado en días de campo, paseos por los ríos, y algunas puestas en escena caseras en donde claramente la familia disfrutaba disfrazarse y entretener. 

No puedo expresar lo valioso que ha sido para mi rescatar esas fotografías antes de que el álbum fuera destruido por el tiempo o el mal manejo de objetos históricos, pero al menos he podido rescatar y digitalizar la colección fotográfica de Lauro Canuto Álvarez y Ana María Llorente, dándome por resultado más de quinientas fotografías en blanco y negro y sepia, que cuentan historias tiempo atrás olvidadas, y que espero, poco a poco, poder descifrar para darles sentido y voz. 


El Álbum Negro
  
Las hojas dañadas y putrefactas, pero las fotos intactas

Cientos de fotografías esperando ser descifradas

    





miércoles, 4 de marzo de 2020

Recuerdo de una tarde en Huatulco

Mi hermano, mi madre y yo. Huatulco, 1995 (?)
Era la primera vez que saldríamos de viaje en familia. Nos íbamos a quedar en un hotel de lujo llamado Omni Sachila, donde nos recibieron con jugos exóticos en una recepción abierta que tenía vista a las enormes albercas y al mar. Mi padre había rentado un Jeep, y emocionados todos nos subimos al vehículo descapotable y comenzamos la aventura. 

Manejó por las calles de Huatulco como si las conociera, y nos hizo el gran favor a mi hermano y a mi de poner el disco de "The Lion King" en el reproductor; y allí vamos, la familia Aguilera Servín escuchando esos ritmos increíbles de Circle of Life con los cantos introductorios en Zulu -Nants ingonyama bagithi baba -, mientras todo parece bañarse de luz con ese sol del atardecer en las costas de Huatulco.

Subimos por las empinadas calles en ese poderoso vehículo, y en un momento dado mi madre le pide a mi padre que se detenga al lado de la carretera para bajarnos a disfrutar del atardecer. No recuerdo cuánto tiempo estuvimos allí, pero la música seguía decorando el panorama mientras el sol hacía de las suyas dibujando un camino de luz sobre las aguas del océano Pacífico.

Esto sucedió hace ya unos veinticinco años, pero aún recuerdo el cálido sol y la refrescante brisa mientras en familia detuvimos el tiempo unos instantes para disfrutar de Huatulco desde lo alto.