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miércoles, 4 de marzo de 2020

Recuerdo de una tarde en Huatulco

Mi hermano, mi madre y yo. Huatulco, 1995 (?)
Era la primera vez que saldríamos de viaje en familia. Nos íbamos a quedar en un hotel de lujo llamado Omni Sachila, donde nos recibieron con jugos exóticos en una recepción abierta que tenía vista a las enormes albercas y al mar. Mi padre había rentado un Jeep, y emocionados todos nos subimos al vehículo descapotable y comenzamos la aventura. 

Manejó por las calles de Huatulco como si las conociera, y nos hizo el gran favor a mi hermano y a mi de poner el disco de "The Lion King" en el reproductor; y allí vamos, la familia Aguilera Servín escuchando esos ritmos increíbles de Circle of Life con los cantos introductorios en Zulu -Nants ingonyama bagithi baba -, mientras todo parece bañarse de luz con ese sol del atardecer en las costas de Huatulco.

Subimos por las empinadas calles en ese poderoso vehículo, y en un momento dado mi madre le pide a mi padre que se detenga al lado de la carretera para bajarnos a disfrutar del atardecer. No recuerdo cuánto tiempo estuvimos allí, pero la música seguía decorando el panorama mientras el sol hacía de las suyas dibujando un camino de luz sobre las aguas del océano Pacífico.

Esto sucedió hace ya unos veinticinco años, pero aún recuerdo el cálido sol y la refrescante brisa mientras en familia detuvimos el tiempo unos instantes para disfrutar de Huatulco desde lo alto.




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