El que busca encuentra...

viernes, 17 de enero de 2014

La ley de la Inocencia


Saco el juego de mesa que te ha fascinado desde el primer día que te lo enseñé: no hay reglas. Se trata de un Clue adaptado al mundo de Harry Potter, así que las áreas del castillo te tienen encantado.  Adoras voltear la tarjeta de Fluffy dormido y verlo iracundo y despierto; tus ojos se iluminan con los sombreritos que mueves por el tablero; el dichoso "zapata", que fue tu madre quien me explicó que era el "fantasma" que me perseguía por todo el Castillo y pasadizos secretos.

Me ha quedado claro algo: no conviene imponerte reglas en ese juego. Que si el fantasma persigue es porque a eso se dedica, que si a veces es bueno es porque no quiere espantar tanto, que si los jugadores duermen en el Gran Comedor es porque así quieres que sea, que si "descansar un poco" quiere decir detenerte 3 segundos y seguirnos persiguiendo. No reina la ley de la Selva en tu juego, reina la ley de la Inocencia, nada es con maldad, todo es por averiguar si hay límites, ver con qué puntada o truco te voy a salir ahora. Llenas ese breve espacio alrededor del tablero con tu insaciable curiosidad y energía. Tu madre sonríe y suspira con el corazón lleno de amor, y a mi me contagian ambos una felicidad y una tranquilidad inexplicables.

Algún día, cuando a ti te toque jugar con un niño, no le intentes imponer reglas, recuerda que en algún momento tú mismo fuiste Amo y Señor del Castillo, y tu reinado trajo consigo la Ley de la Inocencia.