El que busca encuentra...

martes, 11 de marzo de 2014

El charco [Así, verte de lejos]

To the Wonder (2012)

Una corazonada me decía que involucrarme llevaría a dolor.
Tú estabas llena de dudas; sumergías una y otra vez la esperanza en un charco de temores, de innecesarios pensamientos negativos previos a un encuentro. ¿Qué hacerle?, fueron apenas unas cuantas horas que pasamos juntos, a ratos increíbles, a ratos oscuras. Ambos temíamos que no fuéramos lo que cada uno esperaba del otro. No diré que fue culpa de nadie, porque ambos sabíamos a qué nos enfrentábamos. Pero eso sí, no fuiste del todo honesta. Calculaste cada movida como se juega una partida de ajedrez, buscando conseguir tu objetivo pero habiendo disfrutado cada movida previa. No hay vuelta atrás. 
Jaque mate. 

Ahora te veo de lejos caminar -mientras el sol ilumina tu fino rostro y cabello dorado- y calmo cada nervio facial para relajar el ceño, la mirada. Para no asomar el cariño y atracción que siento por ti, a pesar de lo que hayas decidido. No quería verte de lejos y resultar indiferente, pero creo que es, por el momento, lo mínimo que debo hacer para no hundirme en aquel charco que dejaste atrás al irte.


Así, verte de lejos y pasar sonriente,
como quien ya no siente lo que sentía ayer,
y lograr que mi rostro se quede indiferente
y que el gesto de hastío parezca de placer.
 
Así, verte de lejos, y no decirte nada
ni con una sonrisa, ni con una mirada,
y que nunca sospeches cuánto te quiero así.
 
Porque aunque nadie sabe lo que a nadie digo,
la noche entera es corta para soñar contigo
y todo el día es poco para pensar en ti.
-José Ángel Buesa, extracto-


miércoles, 5 de marzo de 2014

Una confesión repentina

Hemos cenado, hemos bebido, nos hemos acabado tu botella de Cova do Anxel que has traído de Vigo. En el bar quedamos muy pocos, cinco a lo mucho. Nos retiramos, pero en lo que voy a subirme al coche me llamas y me acerco a ti. Me dices que tienes una confesión que hacerme, y consiste en que al inicio te gusté, pero por miedo a arruinar las cosas, preferiste no hacer nada. Yo, la verdad sorprendido, no sé qué hacer. Te veo cerca. Habíamos hablado de manos y labios, de formas y sensualidades, y ahora, justo frente a mí y tras una confesión tal, algo me dice que debería besar esos labios tan tentadores.

Pero no lo hago.