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viernes, 24 de septiembre de 2021

Veinte años después

 Era una mañana común y corriente. El único compañero que estaba allí sentado en las bancas esperando a que las maestras nos dejaran pasar a los salones era Abraham, quien en aquel entonces no era mi amigo aún. Él siempre estaba allí mucho antes que el resto porque llegaba en un transporte escolar especial, y viviendo lejos, supongo que tenía que resignarse a esperar con paciencia con las usuales temperaturas bajas de Metepec a esas horas de la madrugada -y la usual niebla que me parecía mágica a mis trece años de edad, recién llegado de Chihuahua-. 

Habremos tenido un par de clases esa mañana, no recuerdo ya cuales, y para la siguiente clase, Matemáticas, con la Miss Aboites, parecía que las cosas se desenvolverían en su usual lentitud y peso. Por alguna razón esa clase me resultaba mucho más difícil que las otras, y tal vez era un poco la manera en que la maestra intimidaba con sus humores, sus temperamentos y sus innuendos a muchos otros chicos de la clase. 

No fue una clase usual, la maestra llegó informándonos que había ocurrido un accidente en Nueva York; que aparentemente un avión se había estrellado contra una de las torres del World Trade Center, y que en un "esfuerzo por acudir a ayudar", un segundo avión o avioneta se había estrellado en la otra torre. Obviamente fueron noticias que despertaron la curiosidad y hasta el humor de algunos compañeros porque, a como lo había pintado la maestra, ¿cómo era posible que un avión de rescate se fuera a estrellar en la otra torre? Estábamos tan equivocados. 

Los recuerdos de ese día se confunden ya con tantos años, pero creo que en algún punto nos permitieron ir al salón de usos múltiples -que era en donde estaban las únicas televisiones de la secundaria-, y los maestros pusieron las noticias. Eran imágenes fuertísimas y generaban un miedo y una sensación de vacío, incluso en nosotros chamacos de trece o catorce años. Se veía a algunos maestros compartir opiniones en voz baja, y en el ínter todos nosotros observábamos perplejos las escenas repetidas una y otra vez. 

Una vez más, no recuerdo si fuimos enviados a casa a media mañana, pero me veo claramente ya en la sala con mi madre y mi hermano mirando absortos los diversos canales de noticias; en aquellos días teníamos Sky, que permitía acceso a los canales estadounidenses, y eso nos expuso a comentarios cargados de angustia, otros tantos declarando que "America was under attack", y muchos otros más pidiendo humanamente por las víctimas, sus familias y los elementos de rescate arriesgando sus vidas por intentar salvar algunas cuantas de entre los miles atrapados en ambas torres. Esas imágenes de gente atrapada y asomándose de las ventanas, del sitio del impacto, otros tantos saltando al vacío, todo eso me generó un dolor ajeno indescriptible y terrible. 

Fueron semanas enteras de ver eso en televisión y periódicos, de comentarlo en clases, de irnos alimentando de lo que decían los medios de comunicación: vinieron los conceptos de terrorismo, de Al-Qaeda, el nombre de Osama Bin Laden, entre otros. El mundo se sentía vulnerado por los ataques del 11 de Septiembre de 2001 que vinieron a cambiar la faz de la tierra, las relaciones entre países, la vida de miles de víctimas: el mundo sintió terror.

Veinte años después vemos una serie en Netflix que profundiza en lo sucedido, en escenas nunca antes vistas, en audios de las víctimas despidiéndose de sus familias desde los aviones, entrevistas de gente que ayudó y que se salvó de milagro. En mi alma se dejó sentir un vacío muy profundo que no recordaba que existía, porque sí, cada año se rememora con tristeza lo sucedido, pero creo que habíamos aprendido a vivir a pesar de ello, mencionarlo como algo ocurrido y superficialmente sanado. No es así, me vino el mismo miedo de hace veinte años en el que corría el rumor de que comenzaba una tercera guerra mundial, me vino a la mente el recuerdo también de que se rumoraba que existían ataques de Anthrax, y ese temor de que el mundo podría acabar si los Estados Unidos iniciaban esa guerra en contra del terrorismo. En fin, mi yo adulto recordé a mi yo pre adolescente, temeroso e inseguro, siendo expuesto de manera indirecta a una guerra que podía, potencialmente, acabar con todo lo bello en el mundo y que yo amaba en aquellos días.



En memoria de todas las víctimas de esos ataques, sus familiares y todos los héroes que dieron sus vidas por salvar otras tantas.


miércoles, 22 de septiembre de 2021

Dr. Pepper

Eran los tiempos de laborar en la tienda. En una ocasión, poco ocupados por todo aquello de la pandemia, discuto la bebida Dr. Pepper con un sujeto rubio que se acerca con un andar peculiar, y que trae puestos unos pantalones deportivos (pantalonera) que dejan entrever la silueta de su pinga. Ya a unos pasos de mi le digo amistosa pero tajantemente:

-Best drink in the world.

-You got that right! I just introduced my dad to it the other day.

-I grew up in Mexico without having access to it -le respondo-, and now I'm in paradise!

-Woah there -me espeta como si fuera un asunto de seriedad- don't go too crazy on that thing!