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domingo, 5 de julio de 2020

Darjeeling Himalaya

Tiger Hill, 2018. Autor.

Recorremos las calles de Darjeeling, en lo alto del estado de Bengala Occidental, al norte de la India, y descubrimos interesantes tiendas con manuscritos, máscaras, antigüedades y demás curiosidades regionales. El aire fresco huele a chimenea, la gente viste chamarras, chales y gorritos, y esto evoca en mi a la Sierra Tarahumara. Los locales nos recomiendan acudir al Tiger Hill por la madrugada, porque "el amanecer es espectacular y, en suertudas ocasiones, ilumina a lo lejos el Monte Everest y el Kanchenjunga" -que es la tercer montaña más alta del mundo-. 

La noche previa a nuestro ascenso dormimos apenas unas pocas horas, pues requeríamos salir de Darjeeling cerca de las cuatro de la mañana, por aquello de que los vehículos suben la cuesta pero aún así hay que seguir subiendo a pie por un rato. Cuando descendemos, estamos rodeados de una especie de bosque en tinieblas, y de las ramas de los pinos cuelgan coloridas banderas budistas; amarillo, azul, blanco, rojo y verde, pero no nos detendremos allí sino hasta más tarde. 

Ya una vez en la cima del Tiger Hill, algunos locales venden té que sirven en pequeños vasos de papel, y tras beber uno, subimos a las escaleras y gradas que están comenzando a llenarse de gente de las más diversas procedencias: es como si el amanecer nos llamara a todos con su llamado prehistórico, independientemente de nuestras creencias, a admirar la luz que surge cada día por encima de un mar de nubes obscuras, iluminando el valle y coronándose en los Himalayas. 

La emoción es grande, comenzamos a ver que se dibujan colores más claros a lo largo del horizonte, pero escuchamos rumores de que las condiciones no son las ideales, y que el Everest y el Kanchenjunga no podrán ser admirados en esta ocasión. Algunos individuos meditan, otros admiran en silencio la vastedad que se extiende ante nuestros ojos, y otros tantos practican su fotografía y preparan para la explosión de luz. El sol se va asomando por entre las nubes, y la escena que se despliega ante nosotros es digna de pinturas y cantos, pero a cada uno le llega de modos personales e íntimos. 

Y así, sin realmente poder creerlo, nos damos cuenta de que estamos en presencia de la grandeza del mundo, en lo alto de los Himalayas de la India, en donde el sol despierta una vez más, como lo ha venido haciendo desde millones de años, despejando la obscuridad y coloreando las nubes y las montañas inmemoriales ante los ojos maravillados del hombre.