El que busca encuentra...

sábado, 1 de octubre de 2011

La Playa [O reflexiones sobre el paraíso]




Hace ya aproximadamente once años que salió la película The Beach, que no dio mucho de qué hablar, y que sin embargo toca un tema que me llegó profundamente: el partir, el dejar la vida tal cual la concebimos y aventurarse en una búsqueda apasionada de un elemento desconocido que pueda generar valor o felicidad. Claro, muchas son las películas que tratan este tema y que suelen dejarnos encantados con ideas de viajes posibles, encuentros humanos oníricos, paisajes perfectos, y generalmente el encuentro consigo mismo.

¿Qué hubo de diferente en esta película en específico? El concepto de paraíso. Entendemos por paraíso un lugar utópico, en donde la existencia, la armonía y la convivencia son atemporales, infinitos. Claro, este lugar contiene en sí mismo una belleza tal, permanente, que cualquier ser humano se queda sin palabras ante las visiones y paisajes que se presentan ante sus ojos, y que por lo tanto le hacen sentir en paz, en congruencia, en unidad con la naturaleza. Se ha buscado el paraíso, se habla de paraísos terrenales, de un Edén del que fuimos expulsados, y si siguiéramos esta lógica religiosa, podríamos entender que la incesante búsqueda del paraíso consiste en volver a ser admitidos, o volver a gozar de aquello que nos perdimos milenios atrás.

La película me puso a reflexionar, porque siguiendo el recorrido que hace el personaje principal, interpretado por DiCaprio, nos damos cuenta poco a poco que definitivamente lo visual, lo estético, la perfección podrían ser consideradas para calificar un lugar de "paradisíaco". Pero algo falta. El humano necesita, requiere de la convivencia y del compartir para sentirse completo; encontrarse en un lugar sin igual no significa haber encontrado el paraíso [¿o un paraíso?], significa sencillamente eso, haber encontrado un sitio idealizado. El núcleo del alma del hombre se nutre y echa frutos a raíz de las experiencias nuevas y de las relaciones genuinas que establece con sus semejantes. Es su sentir [lo intangible], aquello que es trascendente, lo que le da valor a su existencia. Ya lo decía de Saint-Exupéry "lo esencial es invisible a los ojos, sólo se ve con el corazón". La película de cierta manera gira en torno a ese mismo supuesto, en donde lo intangible deja detrás a lo material:

"And me, I still believe in paradise. But now at least I know it's not some
place you can look for, 'cause it's not where you go, it's how you feel for
a moment in your life when you're a part of something.
And if you find that moment... it lasts forever..."
-Richard (DiCaprio) (2000)-

Encontrar el paraíso supone entonces la posibilidad de sentir a los demás y a nosotros mismos en ellos, significa apreciar y ser consciente del momento que se comparte y que no vuelve. Podremos volver innumerables veces a un mismo sitio, pero jamás volverá el contexto, la compañía con la que se comparte algo. Eso es lo que le da un valor único a cada momento, y cuando un momento o instante nos llena más que otros [y lo compartimos], es allí cuando podemos jactarnos de haber disfrutado de un paraíso. Tomar camino, partir, no es suficiente. Lo real, lo trascendente, es compartir.