Te veías hermosa, llena de emoción y expectativa: sensual.
Nunca te dije qué te esperaba en algún punto del show, pero sí te previne acerca de que te encendería el alma, te transportaría conmigo a un océano de distancia, allá en donde la hacíamos de directores de orquesta -y específicamente, de percusiones- mientras sonaban nuestras canciones favoritas y se colaba un aire cálido y húmedo por las ventanas entreabiertas.
Y así, en plena oscuridad y tras haber disfrutado alguna canción recién ejecutada, el teatro entero se calla y sólo noto tu exaltación al escuchar la introducción en coro:
"Some nights I stay up cashing in my bad luck,
some nights I call it a draw.
some nights I call it a draw.
Some nights I wish that my lips could build a castle,
some nights I wish they´d just fall off..."
some nights I wish they´d just fall off..."
Me aprietas el brazo derecho y algo balbuceas, me miras como agradecida, encendida, plena: me encantó la forma en que te diste cuenta que te había cumplido un sueño compartido meses atrás, y que lo había logrado tan sólo con pedírselo a una gran amiga que accedió a mi petición. Y allí, frente a esos enérgicos bateristas tocando de pie el uno frente al otro, estábamos de vuelta en nuestra madriguera, lado a lado, disfrutando las percusiones y coros que habíamos "practicado" en numerosas ocasiones. Cada uno con cierto grado de autismo tras subir el volumen en la parte clímax que nos une meta-físicamente en una erupción volcánica bajo una noche de luna llena sobre la playa y el retumbar de tambores y guitarras.
Hoy, tras tardar tanto en darme cuenta de lo esencial en mi vida, de mis sentimientos y anhelos contigo, some nights I´m scared you´ll forget me again, aunque también some nights I always win, I always win...