Reflexión sobre el escribir

Me gusta escribir.

Porque es una manera de dejar fluir tanta idea, tanto pensamiento, deseos e historias.

Porque me escucho a mi mismo, y luego decido cómo sonaría mejor, sin tener que trabarme necesariamente a la hora de hablar.

Porque no me corrige nadie, porque yo analizo, descubro, opino y decido pasarlo a letras comprensibles.

Porque después de todo, la escritura (y el lenguaje en sí) son la más grande creación del ser humano; y yo al igual que tú, soy uno de ellos.

Porque puedo agarrar una hoja, escribir, garabatear, tachar, ver cómo se ve mejor una palabra; si en manuscrita o normal, imaginar firmas de personas famosas o históricas, imaginar que en varias décadas mi firma significará y valdrá mucho más de lo que vale ahora.

Porque la perfecta manera en que mis dedos se contraen y toman la pluma me fascina. Y más cuando dejo de poner atención a lo que estoy escribiendo, y me fijo en el movimiento de mis manos, tan controlado, tan fluido, tan certero.

Porque escribir mi nombre me da orgullo; me recuerda a mis padres y ellos me llenan de orgullo y cualidades. Al igual me recuerda a mis abuelos, y las características por las que cada uno ha sabido sobresalir en este mundo. ¿cómo sobresaldré yo?

Porque puedo hacer rimas, hiatos, diptongos, conjugar, añadir rimbombantes adjetivos calificativos a sustantivos vacíos, poner acentos, equivocarme, darme cuenta y hacerlo mejor.

Porque escribo cartas (a mano y por este medio) a amigos que me contestan. Precisamente la escritura me ha permitido relacionarme tan bien con tantas excelentes y valiosas personas. Todo por medio de la palabra escrita.

Porque muchas veces mis manos y la pluma son capaces de decirte cosas que frente a frente no puedo; porque por medio de mi escritura te has ido dando cuenta de quién soy realmente, qué anhelo y cómo me aferro a enamorarte con algunas frases de vez en cuando.

Por todo esto, y probablemente por todo aquello que vendrá a mí gracias a la escritura, me gusta seguir escribiendo.